Despertador Online

El diario del Oasis Norte de Mendoza

Alegorías

27 de abril de 2022

Violencia de género (un cuento costumbrista)

  •   Por Juan Martin
           

Juan Martín

¡Ay mire, ni me hable vecina!

He pasao unos días que ¡ni le cuento! Mire vea.

Resulta que la semana pasada llego a mi casa y me encuentro a la gorda desconocida ‘e mala que estaba a los gritos ¡Emperrecida!

Cuando se enfurece así, no se le puede uno ni acercar ¡estaba echa un basilisco!

Me tiraba de todo. ¡Hasta me arrojó con la plancha ‘e carbón y casi parte un adorno ‘e yeso que tenimo arriba ‘e la heladera.

El asunto es que parece que le habían  llenao la cabeza y le habían dicho que me habían visto a mí bailando el sábado a la noche en el Salón Imperio, uno que está cerca del clú Huracán Las Heras, con la viuda ‘e Pacheco, el que era sodero. Pa’ colmo ‘e males esa mujer tiene fama de ser más ligera que las paletas ‘el ventilador (aquí entre nosotros, es cierto, tiene más puestas de espaldas que Martín Karadagián).

Y yo la purita verdá (me caiga muerto aquí mismo) ese sábado a la noche había estao comiendo un asao con los de la gomería “el pinchazo”.

Bueno, el asunto es que me gritaba a todo gualguero que si yo esto, que si yo lo otro, que si yo me creía que iba a tener mis amantes por ahí, que yo era un gigoló, que si yo me pensaba que iba a tener casa grande y casa chica. Que yo no respetaba el santo hogar, que yo era un resoluto (no sé bien qué quiere decir, porque pa´bien hablada, búsquela a mi gorda, no vaya a creer, siempre lee al Corín Tellao).

Después averigüé que los gigolós son los que andan con viejas y cobran (¡hay que tener estómago!).

Bueno, que la gorda mía será lo que será, pero hay que verle las carnes duras cuando anda en enaguas por la casa.

Como le iba contando, cuando la vi que enfiló pa’l lao del aparador y con brillo homicida en los ojos agarró el palo de amasar, me salí pa’ajuera.

Más que todo por prevención, no vaya a pensar que uno le tiene miedo a las mujeres.

Y en la vereda vi que con el batifondo que había armao la gorda, estaban todas las viejas de la cuadra pispiando por la ventana.

Me fui al bar de a la vuelta y decidí volver a la noche con la esperanza que se hubieran calmao las aguas. ¡Puede creer que me había tirao un colchón en el comedor! y no solo eso vecina, me había dejao un pedazo ‘e tortilla ‘e papas con un bife todo seco en un plato hondo tapao con otro plato hondo con un papelito que decía:

“Ojála le sirva de veneno zátiro libidinoso”

Así estuvimo toda la semana, hasta que el jueves, con la esperanza de arreglar buenamente las cosas y aclarar el entripao, le mandé una esquela con el gordito del almacén que decía:

“Mi violeta de los alpes:

No tiremo por la vorda nuestros años de conbibencia pasífica. Usté a sido, es y será la única mujer en la vida. Ablemo como persona civilisada y arreglemo este triste malentendido; pero sin el palo de amasar.

(Firmado) Su Popotón (así me dice en la intimidá cuando asemo uso) que la quiere bien”

Me contestó con otra esquela que decía:

“Si agarro a la llegua esa en la calle la desfiguro, le arranco los ojos, ya va a ver la arrastrada esa cuantos pares son tres botas.

En cuanto a usté, por esta vía le emplaso a astenerse de comunicarse.

Posdata: Pague la luz que vence hoy”

 

Pa’ colmo ‘e males me trata de usté y eso me pone muy mal.

Bueno, el asunto es que ese sábado por la mañana la gorda encontró a la viuda en la peluquería ‘e la Chicha; y la otra se salvó porque la peluquera, que ya está canchera en esos trotes, pues todos sabimo que más de una pelotera ha arreglao entre permanentes y baños de crema; la Chicha digo, le dio un té de tilo a la gorda y allí aclararon las cosas.

A la final, parece que el que había estao bailando con la viuda era el turco Abdala, el de la tienda, que asegún dicen anda de picos pardos con la viuda y todo el mundo lo sabe en el barrio.

Total es que aclararon todo y terminaron a los besos y hasta la viuda le regaló a la gorda unos cogollos de malvón, que esta se trajo pa’ la casa.

Esa nochecita me mandó una esquela vía gordito del almacén que decía:

“Predizpuezta arreglo pasifico sin palo de amasar en comedor de hogar.

Venga de espor”.

 

Así es que allá estuve y hablamo como persona civilizada que somo y arreglamo. A la final terminó todo con la gorda hecha una malva, la mar de las atencione conmigo. Hasta se fue al almacén y me trajo mortadela bocha y me preparó guiso de mondongo, que sabe la muy astuta que con eso me puede.

No, si a la final, es como yo siempre digo:

No hay como tenerlas con la rienda corta a estas mierdas.


  • Comentarios

    Relacionadas