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El diario del Oasis Norte de Mendoza

La región hace escuela

28 de febrero de 2023

Peronismo en Lavalle: La insoportable levedad del ser

  •   Por Jorge Abalo
           

Allí donde habla el corazón, es de mala educación que lo contradiga…

(Nota con correcciones de la versión original)

En un artículo muy interesante, el dirigente de PAMI, Raúl Villegas sostiene que «la grieta es más grande en el peronismo mendocino que la que vemos afuera y hace una serie de consideraciones que no son materia de análisis de este artículo, pero sí esa frase que es el título. Yo le agregaría «no solo en el peronismo mendocino, también en el lavallino».

La grieta al interior del peronismo lavallino es tan grande, que pone a los dos espacios righistas en una confrontación interna en las próximas PASO.

¿Por qué digo esto? Porque hoy por hoy no hay ninguna posibilidad de acuerdo que permita cerrar la grieta al interior de ese espacio, y fragmenta al peronismo, en 3 partes iguales si tomamos a Proyecto Lavalle.

Como cada espacio, el que adhiere a Gonzalez y el que adhiere a Vaquer, (que viven ponderando sus virtudes y minimizando sus errores) han demostrado en este tiempo una incapacidad casi arcaica sobre como mirar el horizonte no tan lejano, y han convertido en enemigos, al que apenas es diferente; los lleva a creer sin ambages, que «sin ellos no hay futuro para el peronismo». Ese tremendo ego, denunciado en montones de oportunidades por otras militantes, como Leticia Katzer, (candidata que quiere hacer pie en las elecciones) es tan vano para el proyecto, como infantil en términos políticos. Sin embargo, el problema del ego es que se basa en mirar precisamente, el ombligo propio, sin darse cuenta de lo que pasa a su alrededor. Y precisamente el drama que atraviesa el oficialismo lavallino, es la falta de visión, de perspectiva, la falta de miradas diversas que enriquezcan el horizonte. En definitiva, el problema, es que fuera de Righi, ese sector, cualquiera fuere, no tiene proyecto, es solo coyuntura.

No hay propuestas, no hay reuniones que no sean de la rosca, no hay partido político, no hay organización política, no hay identidad, no hay discusión sobre cómo encarar el futuro con el pueblo, no hay juventudes que debatan. Todo es pretendidamente serio, pero sumamente hueco. Y eso se debe al enorme miedo de discutir con la gente. Es más fácil, por supuesto, entre cuatro paredes.

Por eso, todo se limita a presionar al intendente con jugar sino son «ellos» los bendecidos, es decir, amenazar por fuera sino los bendicen por dentro.

Entremedio de ese aquelarre, aparece Proyecto Lavalle, callado, sin demasiada astucia, o mejor dicho, con mucha astucia, la del que sabe esperar, que tiene ganas de comerse la cancha porque lo ningunearon muchas veces, y lo siguen haciendo. Que sabe esperar, porque sabe que el que pierda en la bendición irá el pie.

Ese proyecto que sustenta su idea, en su amor a Cristina, y el amor de los vulnerables a ella, hoy tiene casi el tercio de los votos peronistas, (siempre y cuando el «Corcho» no quiera jugar a dos puntas) y podría plantarse como árbitro en esta pelea.

Pero no está solo, el radicalismo también juega. Y claro, como el oficialismo subestima, y se mira el ombligo, no se da cuenta, que el aparato radical viene por todo. Ha inventado una interna, tiene tres candidatos, que podrían ser dos, tiene a Libres del Sur que es un portentoso aparato en sí mismo. Tiene un aparato provincial inconmensurable si Cornejo lo pretende, y por sobre todas las cosas, tiene un aparato comunicacional y judicial dispuesto a jugar fuerte contra cualquier candidato que se vea débil del peronismo. En ese sentido, el radicalismo también tiene un volumen de votos que no lo hace despreciable, aunque por ahora está por verse como se articula.

En definitiva, el epicentro de la confrontación en Lavalle parece inexorable a desplazar la disputa entre el sector oficial de Righi vs Proyecto Lavalle a dos sectores righistas enfrentados entre sí, sin solución a la vista.

Dicen que el 11 de marzo cierran las listas, y con ello la disputa. Sin embargo, la única certeza, es que al oficialismo parece gustarle más la frase radical «que se rompa, pero que no se doble» a la siempre peronista, «el que gana conduce y el que pierde acompaña.

El tiempo, que no es mucho, dirá…


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